¿Y si todo fuese un sueño? – Cuentos e historias de terror y miedo

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¿Y si todo fuese un sueño? – Cuentos de terror

Ya había ocurrido en otras ocasiones, y es que, al pasar por aquella zona, sentía algo extraño, como si tuviese un atractivo especial, como su hubiese algo que le llamase y le invitase a entrar a algún lugar específico pero, ¿dónde?

Y si todo fuese un sueño - Cuentos de miedo

Aquello tan sólo estaba lleno de matorrales, piedras y algunos árboles, por lo que era una locura el pensar que en el lugar hubiese algo diferente donde dirigirse.

Sin embargo, en esa ocasión lo sentía mucho más fuerte, con una mayor intensidad, y tuvo la necesidad de encontrar ese lugar, pero por más que buscaba, todo era tiempo perdido.

Compartiendo la experiencia con su mejor amigo

Un día, decidió contarle su experiencia a Paco, un buen amigo con el que apenas tenía secretos, algunos como este, inquietantes y difíciles de creer, ya que se trataba de una especie de fuerza que le atraía, y que resultaba casi excitante.

Sentía que, de repente, todo su cuerpo cambiaba, como si siguiese siendo él, pero en otro cuerpo, y de alguna manera esto le hacía ansiar el ver algo más allá, el dar ese paso que rompería por completo el límite entre lo real y lo absurdo, porque ni tan siquiera Paco llegaba a entender qué era lo que le pasaba a José cada vez que andaba por aquella zona.

Una tarde decidieron acercarse para intentar esclarecerlo, pero en ese momento no ocurrió absolutamente nada, y claro, Paco ya no estaba por la labor de seguir a José en esta extraña aventura, aunque no podía negar que, en cierto modo, también le atraía, y es que, aunque fuese una mentira o una broma, al menos se podía entretener un rato en aquel pueblo en el que nunca pasaba nada.

Aun así, José y Paco decidieron seguir echando un vistazo, y además de multitud de bichos que afloraban en esa temporada, también encontraron una pequeña grieta en el suelo, la cual era llamativa y misteriosa, pero no dejaba de ser una simple grieta y nada más.

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– Creo que este podría ser tu secreto, José, pero como ves, no supone mucho misterio más allá que una lluvia fuerte que haya creado un acceso hacia el interior de un pozo, y poco más…

Pero era cierto que, hasta él, empezaba a sentir que algo no funcionaba como ocurría con normalidad, que en aquel lugar, apartado de las miradas y de la mano del hombre, se desarrollaba algo mucho más grande de lo que nadie podía imaginar.

El regreso al pueblo

Finalmente, tras estudiar un poco la grieta, decidieron volver al pueblo ya que se estaba empezando a hacer muy tarde, y por allí, el alumbrado público era algo que no llegaría hasta muchos años después.

– Al menos hemos pasado un buen rato, y aunque no hemos visto nada, tengo curiosidad por saber la razón por la que se ha formado esa grieta- dijo Paco.

– Si te apetece, mañana podríamos venir de nuevo, con algunas herramientas, y cavamos para ver qué hay más abajo.

– Buena idea, ¿mañana a la misma hora?

– Quedemos algo más temprano, porque hay mucho trabajo.

– Bien, después de comer, nos vemos en la calle de abajo y cargamos con todo.

– Hecho.

A la mañana siguiente, cada uno por su lado, se dirigieron a sus respectivos trabajos sin quitarse de la cabeza lo que vieron la tarde anterior, e intentando adivinar cuántos misterios les depararía lo que quiera que fuese aquello.

La desaparición de Paco

Paco estaba tan esperanzado de que fuese algo real, que decidió abandonar un momento su puesto para ir al sitio y empezar a indagar por su cuenta.

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Al llegar, pudo observar que la grieta era ahora muchos más ancha y más larga, alcanzando unos dos metros de largo y una anchura de un metro que descendía en forma de cuña hasta una profundidad de quizás metro y medio o poco más.

Decidió saltar a su interior, no sin antes tomar la precaución de poner un viejo tronco atravesado para que, en caso de que el suelo cediese, poder asirse y salir de nuevo al exterior.

Bajó primero su pierna derecha, la cual apoyó en una roca que sobresalía a apenas unos centímetros del fondo, y a continuación, bajó la pierna izquierda.

Una vez en el interior, pudo observar que, contra todo pronóstico, el suelo era resistente y estable, por lo que soltó el tronco y se agachó para empezar a escarbar a ver si encontraba algo interesante.

En ese momento, ya sentía aquello que le contaba José, esa sensación de atracción difícil de ignorar y que le hacía necesitar entrar a la mayor de las profundidades que le permitiese aquella grieta.

A los cinco minutos, empezó a sentir una especie de mareo que le obligó a sentarse y descansar, pero en ese mismo instante, empezó a tener una especie de alucinaciones, como si por su cabeza pasasen multitud de recuerdos del pasado que en realidad él nunca había experimentado.

Su pecho se empezó a contraer, y creía que algo malo estaba pasando, pero a la vez necesitaba llegar hasta el final.

Poco a poco, la grieta se fue abriendo y, suavemente, fue engullendo el cuerpo de Paco, el cual se encontraba totalmente paralizado, hasta que un par de minutos después, no quedaba rastro de su presencia en la superficie.

¿Y si todo fuese un sueño?

Al llegar la tarde, José se dirigió al punto acordado, pero después de esperar más de 20 minutos a Paco, decidió ponerse en marcha, ya que en unas horas empezaría a hacerse de noche y no le serviría de nada el esfuerzo.

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– Seguramente se habrá echado atrás, le habrá salido un plan más interesante, y se habrá olvidado- pensó José mientras seguía andando por la cuesta hacia abajo.

A su llegada, todo había cambiado.

Ya no se veía una grieta, sino una sima a través de la cual podía descender sin mucha complicación, ya que presentaba una pendiente pronunciada pero accesible.

Comenzó el descenso llevando mucho cuidado de dónde ponía los pies, y siempre bien pegado a una de las paredes laterales, ya que algo que se había formado tan rápidamente, lo normal era que fuese inestable.

Sin embargo, la sensación era que estaba pisando sobre un suelo firme, como si estuviese apisonado de toda una vida recibiendo lluvias y viento que lo hubiesen asentado.

Al final, decidió adentrarse en lo que parecía una pequeña cueva que se había formado frente a sus ojos, casi en ese mismo momento, y conforme avanzaba y la oscuridad acechaba en su entorno, cada vez se sentía más relajado, más cómodo, más a gusto de lo que nunca se había sentido, y ni tan siquiera le extrañaba en absoluto.

De repente, empezó a sentir las mismas alucinaciones que pocas horas antes había sufrido Paco, que le hacían pensar que su vida no era para nada lo que sus recuerdos le transmitían, pero necesitaba experimentar esas nuevas sensaciones, esos nuevos recuerdos que, poco a poco, le iban inundando la mente.

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Poco después, se desmayó y dejó de sentir nada, era como un fantasma que flotaba en la inmensidad, y es que había perdido por completo el tacto, ya no podía sentir las cosas, salvo su cuerpo, su propio cuerpo seguía allí, pero él no era capaz de verlo, aunque sí de sentirlo.

De repente, abrió los ojos y pudo entrever que se encontraba a solas en una habitación, la cual estaba revestida de una especie de tela blanquecina que amarilleaba sobre todo en los márgenes y las esquinas.

Intentó levantarse pero nada podía hacer para conseguirlo, hasta que, de repente, alguien entró alarmado en la habitación, diciendo sin cesar – Se ha despertado, se ha despertado…- o, al menos, eso era lo que él entendía, ya que tampoco podía comprender y diferenciar bien los sonidos que había a su alrededor.

De nuevo, volvió a sentir que su cuerpo se adormecía, que entraba en ese estado de relajación que lo hacía sentirse extrañamente bien, y poco a poco, cuando apenas habían pasado unos minutos, empezó a despertar en su habitación, como si nada de esto hubiese pasado.

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